Claudio Rivadero: “Mi objetivo principal era devolver a Táchira a la Libertadores”

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6 min readJul 1, 2020

Por: Reinaldo Mora

Claudio Rivadero en el segundo semestre de 2000. Foto: Memoria Aurinegra

Cuando hablan de Panchito, inmediatamente lo relacionamos con Claudio Alejandro Rivadero (Córdoba, 1970), apodo que adquirió por ser el hijo de Francisco Amancio Pancho Rivadero, futbolista profesional que militó en los equipos más importantes de Córdoba como lo son Belgrano y Talleres. Un dato muy peculiar porque padre e hijo jugaron en ambos clubes.

Panchito hizo las inferiores en La T, donde se destacaba como volante cinco, también llamado “volante tapón”, pero jugaba de volante por derecha cuando la situación lo requería. Tras tener dos años positivos, pasó al rival de la ciudad, a Belgrano; en el Pirata Cordobés solo jugó la temporada 93–94, donde fue seguido atentamente por Héctor Bambino Veira, entrenador de San Lorenzo para aquel entonces.

En septiembre de 1994 aterrizó en Buenos Aires para jugar en el Ciclón. En el Apertura de ese año, obtuvo el subcampeonato a cinco puntos de un River Plate que se consagró de manera invicta. El otro semestre fue histórico, fue la oportunidad para Panchito de lograr cosas en un equipo importante de su país. “En la pretemporada que hicimos en Mar del Plata nos planteamos el objetivo de salir campeón y cortar una racha de 21 años. La semana pasada se cumplieron 25 años del título. Es algo que se me va quedar en la retina hasta que no tenga vida”, recuerda.

“Soy un privilegiado de jugar con el ‘Loco’ Abreu, Néstor Gorosito, Oscar Ruggeri, Paulo Silas, Alberto Costa, entre otros. Y también de ser dirigido por el Coco Basile y Bambino Vieira”, añadió.

Diego Armando Maradona (izquierda), jugando para Newell’s, marcado por Rivadero (derecha), a servicio de Belgrano de Córdoba. Créditos: Portal Queesdelavidade

Ese título con San Lorenzo le permitió jugar la Libertadores de 1996, llegando a cuartos de final, y las ediciones de la Copa Mercosur de 1998 y 1999. Luego de cumplir cinco años con el campeón del Clausura 1995, el club decidió cederlo a Gimnasia y Esgrima de Jujuy.

“En diciembre del 99 me voy del club, necesitaba estar en un lugar más tranquilo. En un equipo grande son más las noticias cuando vos empezás a perder”, aseveró.

Luego de estar seis meses en el cuadro jujeño, se le presenta la oportunidad de ir a Venezuela, específicamente al Deportivo Táchira, que venía de obtener la quinta estrella luego de catorce años y tenía que jugar en el segundo semestre de 2000 la Copa República Bolivariana de Venezuela y la Liguilla Pre Libertadores ante los mexicanos Cruz Azul y Atlante y el capitalino Italchacao, esto último fue la razón principal por la cual decidió vestirse de aurinegro. “Carlos Pajurek, mi cuñado para ese entonces y quien fue delantero del club, fue el enlace para mi llegada a Táchira. Habló con César Semidey y con Walter “Cata” Roque, quienes dieron el sí”.

“No conocía nada del fútbol venezolano. Lo primero que me llamó la atención es la cantidad de gente que seguía al equipo, ver la cancha llena. No sabía que el Táchira era tan futbolero”, admitió.

“Mi objetivo principal era devolver a Táchira a la Libertadores”, subrayó Rivadero al hablar sobre el recorrido de Táchira por la Liguilla PreLibertadores, donde hizo dupla en la primera línea de volantes con su compatriota Juan José Cardinal, con quien había coincidido en San Lorenzo. Los dirigidos por el Cata sumaron 12 puntos de 18 posibles, gracias a dos triunfos ante Atlante, uno ante Italchacao en Caracas y uno ante Cruz Azul en Pueblo Nuevo, donde “Panchito” marcó el único tanto del partido.

“Panchito” celebrando su gol ante Huracán en 1997 jugando para San Lorenzo.

“Por el costado derecho, Giovanni José Daniel lanzó un centro pasado, Gottardi busca la pelota para acomodársela a su derecha y, en medio de la presión del rival, llegué a finalizar de zurda y la defino pegada al palo”, así describió Rivadero el gol anotado en el arco norte que hizo vibrar al viejo Pueblo Nuevo aquel jueves, 12 de octubre de 2000. El cordobés había cumplido uno de sus propósitos en Táchira: Clasificar a la Libertadores 2001. Todavía quedaba pendiente el torneo local.

El Carrusel Aurinegro fue líder del grupo occidental de la Copa República Bolivariana de Venezuela con 26 puntos en 14 juegos, permitiéndole enfrentar al líder del grupo oriental, Caracas Fútbol Club, cuyo puntaje fue de 27 unidades en 14 cotejos. Ambos se enfrentaban por primera vez en una final ida y vuelta, cuyo vencedor fue el cuadro capitalino. “Fueron partidos muy cerrados. Veníamos cansados de México porque habíamos jugado martes y jueves, el domingo viajábamos a Maracay para el juego de ida”, dijo.

El Aurinegro perdió la ida 2–1 y empató la vuelta 2–2; Rivadero marcó los dos goles en el juego de vuelta, en los minutos 11 y 52 respectivamente. Con la ventaja del 2–0 Táchira tenía el título en sus manos, pero en los últimos 15 minutos el cuadro rojo igualó por medio de Ederlei Pereira y Stalin Rivas. “Estábamos a un gol de salir campeón. Fueron de 5 a 8 minutos que nos faltó concentración. Ellos tenían un buen equipo con jugadores de jerarquía, pero nosotros contábamos con la base de la selección: Angelucci, Patón, Alvarado, Elvis, Duno… no nos quedábamos atrás”, comentó.

Luego de ese semestre de 2000, se fue para Rangers de Talca chileno para estar más cerca de su familia en Córdoba, a una hora en avión. Esta fue la principal razón por la que no jugó la fase de grupos de la Libertadores 2001 donde Táchira compartió con América de Cali, Peñarol y Vasco da Gama.

Pasó un año y Walter “Cata” Roque lo vuelve a llamar porque quiere contar con él para el Clausura 2002. En esta segunda etapa le da el cupo a la Copa Sudamericana, en la cual pudo participar, aunque no fue una buena experiencia tras quedar eliminados con Monagas. “En el partido que jugamos en Maturín tuvimos un penal, el encargado era yo. Rubert Morán me pidió cobrar y yo cedí. Hice un gol en contra tras mandar un balón largo para atrás, tras no entenderme con Angelucci en esa jugada. Teníamos buen equipo y no lo mostramos en el resultado. No merecíamos quedar afuera”, expresó.

Según los datos que maneja Memoria Aurinegra, jugó 47 partidos y marcó 11 goles, números muy buenos para un jugador de su posición. “Cata me daba la libertad para acercarme al arco. Me tocó hacer varios, entre esos cuatro a Caracas en Pueblo Nuevo”, dijo al hacer referencia a sus goles, destacando el gol que le hizo a Italchacao en el arco sur, en la tarde lluviosa del 7 de abril de 2002, desde la mitad de la cancha”.

En 2002 se presentó el paro petrolero y los hechos ocurridos entre el 11 y el 13 de abril. Ambos acontecimientos fueron los motivos principales para el regreso de Panchito a su tierra natal, quien estaba en compañía de su esposa en la ciudad de la cordialidad. Terminó el Apertura 2002 a principios de 2003. La etapa del dorsal ‘8’ aurinegro llegó a su fin.

Antes de colgar las botas, pasó por San José de Oruro y La Paz Fútbol Club de Bolivia e Independiente de Rivadavia de Mendoza, ciudad ubicada a más de 1000 kilómetros de Buenos Aires.

Panchito sacó su licencia de técnico y empezó a dirigir al Deportivo Colón, integrante de una liga regional de su provincia. Actualmente está trabajando en una escuela de fútbol de la Agencia Córdoba de Deportes en el estadio Mario Alberto Kempes con 250 jóvenes, que se ocupa más en la formación integral que en el alto rendimiento. Claudio Pampa Biaggio le propuso que se uniera a su cuerpo técnico en Chacarita, en la próxima temporada del ascenso.

Para terminar, habló acerca del proceso de formación de los jóvenes en Argentina: “Los chicos salen con la presión desde la casa para que jueguen al fútbol profesional. Fracaso es no intentarlo. Si te preparaste y lo dejaste todo, no es un fracaso. En el objetivo que se proponen, deben estar convencidos de hacerlo bien y luchar por ser los mejores”.

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